Julia

La creación y construcción de un género televisivo / The creation and construction of a television genre

por Daniel Burman

Notable comedia dramática sobre la cocinera que se hizo famosa en la TV estadounidense de comienzos de los años 60. Afortunadamente, Julia está lejos de los vicios en los que incurren las biopics, gracias a su excelente guion, a la descripción de la producción del programa que la hizo célebre, al cuadro de época con el que nos conecta y a un notable elenco, donde sobresale Sarah Lancashire (Happy Valley) como la entrañable Julia Child.

Esta miniserie narra los comienzos del programa de la cocinera Julia Child “The French Chef”, que se comenzó a emitir por la TV pública de Boston a comienzos de los años 60 e introdujo exitosamente la cocina francesa en las televidentes norteamericanas de la época.

La miniserie entrelaza de manera muy efectiva la vida personal y la nueva vida laboral de Julia. Ella era la coautora de un exitoso libro de cocina francesa recientemente editado y la idea de hacer un programa televisivo surgió casi por accidente. The French Chef  prácticamente inauguró un género inédito que debió abrirse paso en una TV pública acostumbrada a una programación “culta” y con pocos recursos económicos.

En cuanto a su vida personal, el libro surgió mientras su esposo Paul (David Hyde Pierce) era diplomático en París. La serie los ubica ya de vuelta en Cambridge (una pequeña ciudad cercana a Boston) con él ya jubilado y ella comenzando a cosechar los laureles de su exitoso libro y luego de su insospechada derivación televisiva, convirtiéndose en un personaje público, lo que implicará cambios para una pareja fundamentalmente bien avenida.

Cada capítulo recibe el nombre del plato que Julia preparará frente a las cámaras. La serie va describiendo de manera muy interesante la producción del programa, perteneciente a un género que se estaba prácticamente inventando en ese momento, los prejuicios que generaba en la emisora, los apoyos y rechazos y el camino a la fama de Child. Entre los apoyos, se destacan los de Alice (Brittany Bradford), una asistente de producción afroamericana (y que nos introduce sin esquematismos en su doble problemática de género y etnia), Judith Jones, la importante editora de su libro (Fiona Glascott), su amiga Avis (Bebe Neuwirth) y, en parte, el de su marido. Por otro lado, la serie nos conecta con los cambios derivados del creciente papel de las mujeres en los ámbitos laborales y funciones reservados a los hombres y la incipiente agenda feminista de la época.

Pero el éxito del programa se debió fundamentalmente al carisma y la determinación de Julia y su habilidad innata para dirigirse al público y cautivarlo con recetas no precisamente simples de la cocina francesa, desarrolladas en programas grabados de 30 minutos.

Podemos clasificar a la serie como una comedia dramática, con una efectiva pintura de sus personajes y muy buenos diálogos. El elenco no tiene fisuras y la reconstrucción de época es tan efectiva como en Mad Men. La serie elude los temibles vicios de las biopics gracias a la intensa humanidad de sus personajes y al notable equilibrio y la interacción que establece entre lo público y lo privado en la vida de Julia.

Dejo para el final la soberbia actuación de Sarah Lancashire (protagonista de la extraordinaria serie policial Happy Valley) como la entrañable Julia. Se trata de una verdadera composición de personaje, en el que no teme introducir rasgos más caricaturizables que caricaturescos pero que resultan esenciales. En cuestión de segundos, la actriz es capaz de pasar de la alegría a la tristeza más profunda, generando una intensa empatía con el espectador, que va sintiendo el creciente éxito y los tropiezos de Julia como suyos, en una historia que se ubica siempre lejos de cualquier atisbo demagógico.

Remarkable dramatic comedy about the cook who became famous on American TV in the early 1960s. Fortunately, Julia is far from the vices that biopics incur, thanks to her excellent script, the description of the production of the program that made her famous, the period painting with which it connects us and a remarkable cast, where Sarah Lancashire (Happy Valley) stands out as the endearing Julia Child.

This miniseries chronicles the beginnings of Julia Child’s cook show “The French Chef,” which began airing on Boston Public TV in the early 1960s and successfully introduced French cuisine to American viewers at the time.

The miniseries very effectively intertwines Julia’s personal life and new work life. She was the co-author of a recently published best-selling French cookbook, and the idea of ​​doing a TV show came almost by accident. The program practically inaugurated an unprecedented genre that had to make its way into public TV accustomed to “educated” programming and with few economic resources.

As for her personal life, the book came about while her husband Paul (David Hyde Pierce) was a diplomat in Paris. The series places them back in Cambridge (a small city near Boston) with him already retired and she beginning to reap the laurels of her successful book and after its unexpected television derivation, becoming a public figure, which will imply changes for a fundamentally well-matched couple.

Each chapter is named after the french dish that Julia will prepare in front of the cameras. The series describes in a very interesting way the production of the program, belonging to a genre that was practically being invented at that time, the prejudices it generated on the station, the support and rejection, and Child’s path to fame. Among the supports, those of Alice (Brittany Bradford) stand out, an African-American production assistant (and who introduces us without schematics in her double problem of gender and ethnicity), Judith Jones, the important editor of her book (Fiona Glascott), her friend Avis (Bebe Neuwirth) and, in part, that of her husband. On the other hand, the series connects us with the changes derived from the growing role of women in work areas and functions reserved for men and the incipient feminist agenda of the time.

But the success of the program was fundamentally due to the charisma and determination of Julia and her innate ability to address the public and captivate them with not exactly simple recipes of French cuisine, developed in 30-minute recorded programs.

We can classify the series as a dramatic comedy, with an effective painting of its characters and very good dialogue. The cast is seamless and the period reconstruction is as effective as Mad Men. The series eschews the fearsome vices of biopics thanks to the intense humanity of its characters and the remarkable balance and interaction it establishes between public and private in Julia’s life.

I leave for the end the superb performance of Sarah Lancashire (protagonist of the extraordinary police series Happy Valley) as the endearing Julia. It is a true character composition, in which she is not afraid to introduce caricatured features, but which are essential. In a matter of seconds, the actress is able to go from joy to the deepest sadness, generating an intense empathy with the viewer, who feels Julia’s growing success and setbacks as her own, in a story that is always far away of any demagogic hint.

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